Saxofón Latinoamericano


La investigación sobre el saxofón en el contexto de la creación musical contemporánea de América Latina ha sido una preocupación permanente del trabajo artístico y docente del Dr. Miguel Villafruela, con el propósito permanente de ampliar el repertorio para el instrumento e incentivar la motivación hacia la creación de obras para el saxofón de parte de los compositores latinoamericanos.

En ese sentido, esta publicación Saxofón Latinoamericano tiene entre otros objetivos, a difundir la creación de los compositores latinoamericanos para saxofón e informar todo lo relacionado con el repertorio para el instrumento, existente en esta región del mundo.

Esta página es la primera edición para Internet que aborda el tema del saxofón en América Latina y a la vez se convierte en la actualización y renovación constante de su libro El Saxofón en la Música Docta de América Latina.

Obra escogida

CompositorSaji, Diego (1987 )
PaisMéxico
ObraReminiscencia (2023)
FormatoDúo de saxofones
Instrumentación

Dúo de Saxofones altos

MovimientosOcho movimientos
Duración45:00
Nivel8° año
Dedicado a:Jerez
Datos Compositor

Acerca de Diego Saji (Diego Jiménez de los Santos) Diego Saji (Zacatecas, Zac., 1987) es actualmente considerado una de las voces más potentes de su generación. Su catálogo comprende obras para solo, trío, cuarteto de cuerdas, coro, cuarteto de guitarra, ensamble de cámara y orquesta sinfónica, así como ensamble folclórico y dueto de Saxofón. Sus obras han sido estrenadas en países como México, Italia, España, Colombia, Canadá y EE.UU. En México, sus estrenos han tenido lugar en recintos como la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes (2015), sala Silvestre Revueltas del Conservatorio Nacional de Música (clausura del CIMA & SIMA 2018), Sala Manuel López Ramos (Paracho, Mich., 2019), Jornadas Candelario Huízar (ediciones 2018, 2019, 2020, 2021).Estreno mundial de composiciones para dotación de Orquesta Sinfónica, quinteto de cámara, cuarteto de cámara, dúo guitarra y violín, cuarteo de guitarras, Soprano y piano en Festival Cultural Zacatecas (ediciones 2017, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023), representante de México en el IV Festival Internacional de Saxofón Bellas Artes Cali, FIS 2023, con el estreno de su obra “Reminiscencia” para dúo de saxofón alto y piano, mismo que tuvo lugar del 28 de junio del 2023 en la sala Beethoven de bellas artes en la ciudad de Cali Colombia. Se destaca por haber obtenido el primer lugar en el concurso de composición musical convocado por el Festival Internacional de Poesía “Ramón López Velarde”, en 2021. Ha sido seleccionado como representante de Zacatecas en el VI Festival Internacional de Clarinete y Saxofón en la facultad de Bellas Artes UABJO Oaxaca 2023 para el estreno de su obra “Y pensar que pudimos” para saxofón y piano, mismo que tendrá lugar del 01 al 04 de agosto del año en curso. Entre sus obras más representativas se cuentan: Concierto Sinfónico No. 1 (2017), Stabat Mater (2016), Trío No.1 “Piedras que hablan” (2018), “México dual” (2017), “Piedra verde” para orquesta sinfónica (2019), “La loca del espejo” (2019), álbum “Policromía” (homenaje por el centenario luctuoso de Ramón López Velarde, 2021), “Yo soy bracero” (música y cortometraje estrenado en 18 estados de EE.UU. en el marco de la gira “México en el corazón”, 2022), así como la opereta “La flor de la guadaña” (2022), su ciclo vocal “Suave Patria” es su mas reciente estreno en el festival cultural de Zacatecas 2023 en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. Ha tenido una extensa colaboración con intérpretes mexicanos, rusos y cubanos, entre quienes se cuentan a Lidia Ivanova Usyaopin, Olga Ulanova, Solanye Caignet Lima, Miguel Francisco Hudson Montenegro, Óscar Luis Galán, Cristina Pestana, Ensamble Kanari, Ensamble Fuensanta, cuarteto de cuerdas José White. Ha realizado además musicalización de largometrajes, mediometrajes y series documentales como "Atmósferas de Amparo Dávila" (2022), el cual fue transmitido en cadena nacional por Canal 22 y otras plataformas.

Contacto: dijisa2487@gmail.com

Comentarios

La voz de los pueblos radica no sólo en su lenguaje, habita también en los matices de su condición heterogénea. Es a partir de sus costumbres, sus formas y decires, la variedad cromática de sus expresiones visuales, las texturas sonoras de su identidad y convenciones, como se cataliza el esclarecimiento de su carácter y emblema consonante, entendido como el cúmulo de rasgos que los miembros de esa sociedad practican y perfeccionan a través del tiempo para afianzarles como propios, únicos e irrepetibles. Crean así entidad e identidad, amalgamadas en conductas que se afianzan en hábitos adquiridos y transmitidos generacionalmente, y que constituyen una suerte de materia prima con la que se forja arraigo, pertenencia, cultura y tradición, nociones asumidas como naturales por su condición duradera, y que sin embargo, pese a su aparente perpetuidad, son susceptibles de callar o inclusive desaparecer. ¿Qué ocurre cuando esta clase de manifestaciones que dan pie a una identidad colectiva inalienable es trastocada de tajo por un agente externo, anómalo e inclemente? Tal es la disyuntiva conceptual que el compositor Diego Saji aborda en su obra Reminiscencia. Toma del crisol musical del altiplano mexicano sus matices de alborozo para impregnarles de la incertidumbre derivada por un sentido de pérdida cuyo génesis es la resultante de un fenómeno desbordado por intimidación, injusticia, violencia y muerte, transgresiones todas a la esfera vital de un pueblo que de súbito se torna rehén del ente criminal incontenible. El peso de su amenaza se cierne como negros nubarrones que todo lo ensombrecen; la otrora luminosidad de lo festivo palidece bajo una mortaja de incertidumbre que lenta, pero implacable, se amplifica como hiedra y se adueña de las calles; balas como aullidos narran las salvajes historias de la noche; piras de fuego primitivo arrojan furiosos garabatos de humo, distorsionan el aire diáfano y disgregan su mensaje atroz imitando el poder de dios en la zarza ardiente; corre la sangre con la insoportable lentitud de la madrugada y oxida la pureza del rocío que reluce bajo la primera luz del alba; luego el sol le evapora y el horror de lo vivido esquiva su lugar en la memoria como una pesadilla remota y confusa. Queda entonces el azoro de quien cree mirar la silueta de los muertos y desaparecidos en el hueco que dejaron. Queda también la duda que ya no exige respuesta a un “por qué”, sino más bien teme al “cuándo”. La indefensión como bandera de la experiencia abrumadora es evidencia del imperio criminal sobre la conciencia de los individuos, en tanto que la angustia se obstina en ocupar un lugar predominante entre el cúmulo de manifestaciones de la identidad colectiva, a la vez que trastoca la perspectiva de su propio tiempo y espacio, de súbito empequeñecidos sin justificación aparente. Testimoniar la alegría perdida de los pueblos y desvelar a dentelladas su insignificancia repentina reconfigura la vida social en dos vertientes: resignación ante la irreparable pérdida de lo otrora habitual, y la consecuente convalidación de su miserable realidad. Es decir, el ejercicio consciente de que tarde o temprano la atrocidad, indolente, se posará amenazante bajo el umbral de nuestra puerta. Es en tal estado de indefensión como se asienta una visión nihilista, contraria al sentido natural de conservación de las costumbres y formas propias de lo cotidiano, pero que pesa también sobre el instinto de rechazo a la incivilizada imposición del desfigurado statu quo. Si tras el despojo artero de la vida pacífica predomina la angustia como elemento vinculante entre los individuos, cabe entonces consignar que éstos se asuman como prisioneros de una incertidumbre enquistada en sus pensamientos, aguardando a ser tocados por el flagelo homicida; trocados en seres que, despojados ya de un común denominador armónico, encuentran refugio en el disfrute de efímeros placeres, pues en ausencia de un porqué convincente para explicar el caos reinante, cualquier forma de complacencia es abrazada con agrado. El ánimo festivo popular encuentra así un cauce de continuidad que, al pretender eclipsar lo innegable, se manifiesta sin medida ni propósito, como una suerte de arrojo hedonista que conglomera sentires pasivos, confundidos, conformistas y perturbados que apuntan a nuevas expresiones culturales narcisistas, desatadas hasta el extremo de glorificar a los perpetradores de la violencia incontenible. Es decir, la permisividad se vuelve tierra fértil en una sociedad despojada de sus ideales, en una abierta declaración de quienes encuentran en él una vía redentora en el proceso de resignación por el abandono de sus ilusiones. Ante esta disyuntiva es preciso descorrer el telón de la cuestión fundamental: ¿Puede una sociedad salir avante de su lucha contra un sinsentido tal como la violencia irracional que es el signo de sus tiempos? Reminiscencia, de Diego Saji, hace hincapié en la necesidad de hacer un alto en el camino para hallar en la añoranza de nuestras raíces una razón lo suficientemente sólida para contrarrestar el desosiego de la desdibujada actualidad, pues si ésta carece de sentido, no es impedimento para que nadie sea capaz de crearse un propósito propio que le salvaguarde de los males que aquejan a su entorno, elevar una declaración determinante, crear una reafirmación de la vida por sobre el miedo y la incertidumbre, a través de una manifestación del arte capaz de aislarnos del ruido de lo cotidiano para reinventarnos entre las vetas de una renovada sensibilidad. Después de todo, como bien lo ha afirmado el cineasta David Lynch: «El arte no cambia nada; el arte te cambia a ti».

Grabación